domingo, 20 de mayo de 2018

Cabezas degolladas que hablan, vampiros, un gato negro, y otras diversas pesadillas: una pequeña reseña de "Las tumbas de Saint-Denis", firmado al nombre de Alexandre Dumas.

Compilación sobre magia editada por Albert Allis Hopkins

Creo todos conoceréis, al menos en lo recóndito de vuestra memoria, tal vez en una manifestación de criptomnesia, a Alexandre Dumas. Esto lo deduzco por ser el autor de diversos grandes clásicos, como vendrían siendo Los tres mosqueteros o El conde de Montecristo. Pues, Dumas ofreció a sus lectores contemporáneos de su época, a nosotros, simples mortales del presente siglo XXI, y a lectores del porvenir, una grandísima cantidad de escritos, una amplia gama de títulos de diversos géneros literarios para todo lector, para todo gusto o apetencia. Aunque, desafortunadamente, y como muchos sabréis, la firma de Alexandre Dumas era más una empresa que un escritor como tal. En breve diré a qué me refiero, que quiero introducir el libro y no tanto a su autor. Las tumbas de Saint-Denis y otros relatos de terror, título publicado en la lengua hispana por Valdemar (¡alabado sea Valdemar!), es una novela estructurada alrededor del acaecimiento de un crimen en Fontenay-Aux-Roses. Si se considera dicha estructura, en realidad el libro, a pesar de estar conformado con un conjunto de narraciones independientes, no es en lo absoluto una colección de relatos como tal. Su primera edición data 1849 y su título en español fue Fontenay de las Rosas. Válgame, me he enredado muchísimo y me siento una pedante de pacotilla. Perdonadme, soy maja en persona; nada repipis. Bueno, vamos allá.
Alexandro (sí, sí, bueno, Alexandre) Dumas o "El negro de los negros"
Yo soy feliz con cualquier clase de chisme que revolotee, insidioso, alrededor de autores, artistas en sí, de cualquier siglo, de los que yo sea seguidora (creo ésto último es un poco obvio). Antes de leerme este libro, diversas veces me detuve ante el vago recuerdo que mi memoria sepultó desde que era pequeña: había escuchado a mi mamá y a mi abuelita hablar sobre Dumas negativamente, a pesar de ambas ser seguidoras de su obra. No recordaba en lo absoluto qué era lo que decían, sólo que no era algo muy positivo. Me leí el libro, y luego platiqué con mi mamá sobre Dumas, lo que me desempolvó el porqué esta sensación de aversión a Dumas desde pequeña: Dumas hacía uso de escritores fantasma. Alejandro Dumas nació en Villers-Cotterêts, Francia, el 24 de julio de 1802. Como ya mencioné, Dumas fue el "escritor" de una que otra obra prolífica y exitosa, lo cual le llevó a transcender como un autor indispensable. Hijo de un militar francés y de una esclava negra de la isla de Santo Domingo, Dumas era, obviamente, mulato; su raza y el empleo de "negros" en su obra le llevó a ser nombrado El negro de los negros. Dumas vivió 68 años, en los cuales escribió aproximadamente 300 obras, lo cual nos arroja a una medida de más de cuatro libros escritos por año, sin olvidar que dichos textos vinieron al mundo bajo la tinta de una pluma de ave. Además, sus obras cuentan con una gran densidad de páginas. Ésto nos presenta una hazaña notoriamente difícil, cabe decir casi imposible. Lo más curioso de todo, es que el asunto del empleo de negros no era en lo absoluto secreto u oculto en la época.
El asesinato que lleva a los testigos de éste a reunirse alrededor de una mesa, a contar peripecias terroríficas presenciadas por ellos.
Perteneciente a la colección que Dumas tituló Los mil y un fantasmas, este libro como el resto que compone la colección, está narrado por el mismísimo Dumas, quien hace de personaje en la trama. Dumas resulta tener la extraña suerte de presenciar de principio a fin un acontecimiento escalofriante: un residente del lugar busca a las autoridades, entregándose ante ellos mientras exclama que ha degollado a su mujer. Jean-Pierre Ledru, el alcalde, y los gendarmes, se extrañan recelosos ante las acusaciones del señor contra sí mismo, ya que conocían perfectamente al individuo, así que deciden acudir inmediatamente a donde se encuentra el cadáver, para así proceder a la detención. Los gendarmes, el alcalde, el asesino y uno que otro afortunado metiche (entre ellos, Dumas) entran al hogar del infeliz, y éste les sorprende rogándoles que le dejen afuera, que no quiere acompañarles, puesto la cabeza de su mujer, separada del cuerpo, la ha hablado. Después de intentar encontrar una explicación ante la inquietante acusación del asesino, ¿una cabeza que habla?, el alcalde Ledru le ofrece a quienes se encuentran con él asistiendo el curioso asesinato, una cena, dejando inconclusa la historia del asesino y su esposa degollada. A partir de si una cabeza, separada del resto de su cuerpo, puede o no lograr hablar, comienza el primer relato, referido por el mismísimo alcalde Ledru: "La bofetada de Carlota Gray". En éste se nos cuenta sobre Ledru, su visita a un verdugo en la cárcel y como éste le platica sobre la teoría de que las cabezas podían seguir parpadeando, rechinando y produciendo sonidos hasta cinco minutos después de haberles sido arrebatado el tronco. Posteriormente su plática con el verdugo, Ledru conoce a una tal Solange, así desarrollando la más dulce y trágica historia del resto del libro.
Cuando el alcalde finaliza su historia, le suceden otros diversos relatos, narrados por los demás comensales. Éstos no los mencionaré, ya que el chiste de este libro es que lo lean ustedes mismos. Sólo quisiera destacar dos relatos: mi favorito y el que menos me gustó.
Mi relato preferido se titula "El gato negro, el ujier y el esqueleto", el cual es narrado por el doctor presente en la cena de Ledru. Nos cuenta sobre una experiencia sobrenatural que le fue referida por un médico que acompañó a Walter Scott durante un viaje a Francia. El embrollo con el relato que nos presenta el doctor es uno de los que más me atrae: la incógnita entre si algo es mera sugestión o realidad. Resulta que el colega escocés le contó que tuvo la oportunidad de tener de paciente a un juez, el cual padecía de una maldición; fue maldecido por un bandido al que envió al patíbulo. El desdichado juez, todas las tardes a las seis en punto, se veía asediado por un gato negro. Sólo el podía verlo. Ni su criado, ni su esposa podían, tomándole por loco. Después de un mes de las visitas del gato, le sigue una clase de ujier, para luego a éste un esqueleto. El doctor escocés intenta ayudarle, para luego darle final al relato. ¿Porqué fue mi preferido? La historia me pareció fascinante, me encantó. Pero, me creó una imagen en especial: el esqueleto sentado en un sillón situado en la esquina de la habitación del juez, apacible, vigilando al desdichado maldito, sus brazos descansado en los brazuelos, junto a una ventana vestida con cortina. Una imagen sutilmente inquietante.
Y, el relato que menos me gustó resultó ser el último. Narrado por la joven palidísima, Hedwige, única mujer que asiste a la cena de Ledru. No me quiero detener a hablaros de un relato que no me causó mucho entusiasmo. Es un buen relato, pero, comparándolo con el resto, resulta bastante débil.
En conclusión, el libro me gustó muchísimo. Me lo leí en un día, cosa que no suelo hacer con ninguna clase de libro. Pero es que no podía darle descanso, no podía. Su edición es un formato compacto, como ya os he dicho, publicada por Valdemar. Ay, y la portada es tan cuqui. La podéis conseguir a buen precio en diversas plataformas. Os lo recomiendo grandemente.

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