Norman Rockwell
domingo, 22 de octubre de 2023
Une belle nuit, comme toutes les autres.
sábado, 12 de agosto de 2023
Estrategias de traducción en las novelas de José Saramago
Egron Sellif Lundgren
Introducción.
La traducción es, según los traductores literarios, un arte y un oficio. La traducción literaria es en sí una operación literaria, no sólo una meramente lingüística, y se la debe tratar con especial sensibilidad artística. Está compuesta por elementos polisémicos y connotativos, por lo que el traductor se enfrenta a un compromiso exigente de experiencia, conocimiento y habilidad creativa. Para llevar a cabo este arte, donde podemos encontrarnos con un estilo que no puede ser transpuesto al TM, es posible hacer uso de los siete métodos de traducción directos y oblicuos, los cuales fueron propuestos por Vinay y Darbelnet (1995), así como de las técnicas de traducción de Hurtado Albir (2001). Para ejemplificar el uso de estos métodos, mencionaré las traducciones al castellano y al inglés de las novelas de José Saramago, originalmente publicadas en portugués. Lo que hace especial a estas novelas es su peculiar uso de puntuación y la carga cultural portuguesa.
Existe una curiosa paradoja en el ámbito de la traducción: cuanto más parecido hay entre el TF y el TM, más fácil es cometer errores. Basilio Losada, quien tradujo la obra de Saramago al castellano, destaca la compleja sintaxis del autor, el uso de verbos lejos de la preposición y la sobrecarga de oraciones subordinadas, como un obstáculo al traducir hacia el público hispanohablante, pues hubo que tener especial cuidado en la sintaxis del TM. Curiosamente, Losada dice que tal problema no le sucede con el alemán, pues, al ser tan ajeno al español, debe leer varias veces el texto antes de traducirlo.
La puntuación utilizada por José Saramago es algo característico de su obra. El hecho de que la puntuación esté basada en normas establecidas en manuales de gramática, demuestra que sigue unas leyes diacrónicas y forma parte de una estructura lingüística. El literato puede hacer uso de los signos de puntuación para emplear un uso nuevo a las estructuras del lenguaje, lo cual José Saramago hace. Su puntuación, respetada por los traductores al pasar al TM, presenta un modelo atípico con basamento prosódico, el cual marca estilísticamente sus novelas, por lo que se le debe dar un tratamiento especial como editor en cualquier lengua a la que se traduzca. Si esto no se respetara, el producto literario perdería valor y esteticismo.
José Saramago emplea las comas para activar los diálogos, permaneciendo constantes en su praxis novelística. El capricho, por llamarlo de algún modo, de Saramago para utilizar las comas de este modo obliga al lector a decodificar su texto, a participar con el texto, apelando a su competencia lingüística, pues el lector está ante un nuevo uso de los signos de puntuación, un nuevo código. Un ejemplo sacado de Ensayo sobre la ceguera:
Sacó del bolsillo unas llaves, las tanteó, una por una, pasando la mano por los
dientes de sierra, dijo, Ésta debe de ser, y, palpando la cerradura con la punta de
los dedos de la mano izquierda intentó abrir la puerta, No es ésta, Déjeme a mí, a
ver, yo le ayudaré. A la tercera tentativa se abrió la puerta. Entonces el ciego
preguntó hacia dentro, Estás ahí. Nadie respondió, y él, Es lo que dije, no ha
venido aún. (Saramago, 1996, p. 7)
Giovanni Pontiero, el traductor de las obras de Saramago al inglés, sintió la necesidad de comentar al respecto del uso de las comas en el epílogo de History of the Siege of Lisbon: «a prose style adhering to the basic principle that everything said is destined to be heard». En relación a las técnicas propuestas tanto por Vinay y Darbelnet (1995) y por Hurtado Albir (2001), la traducción de Pontiero sirve como un gran ejemplo:
Para hacer comprensible una alusión a un episodio de la historia portuguesa, el traductor tuvo que hacer uso de la técnica de expansión, propuesta por Hurtado Albir (2001):
... é la ao fundo, á direita, numa capela do transepto; aí estão (estarão) os restos de
D. Sebastião, outras vezes falado neste relato. E de túmulos não falemos mais:
(Saramago, 1981, p. 210)
... To the right, in a chapel of the transept; here lie the mortal remains (do they?) of
Dom Sebastiao, the unfortunate sixteenth king of Portugal. No more talk of tombs:
(Saramago, 1983, p. 29)
Pontiero también se daba la libertad de traducir de manera más literal, pues no veía riesgos de violación hacia la neutralidad cultural, como se puede apreciar en:
... nao poderiam com uma gata pelo rabo, modo de dizer muito antigo que se
esqueceu de explicar por que extraordinária razão é mais fácil levar pelo rabo uma
gata que um gato. (Saramago, 1995, p. 112)
... they would not even be able to swing a she-cat by the tail, an old fashioned
expression which never explained for what extraordinary reason a she-cat should be
easier to deal with that a tom-cat.(Saramago, 1998, p. 196).
Aún así, se puede notar, que a pesar de ser una traducción literal, Pontiero recurrió a la expansión para diferenciar uma gata de um gato.
También se tuvo que recurrir al método de equivalencia, método oblicuo, puesto que las frases que son o suenan como proverbios en portugués necesitan un semejante en inglés. El hecho de que Blindness tenga una cierta neutralidad cultural, forzó a Pontiero a tener especial cuidado escogiendo las equivalencias del mundo anglófono, para que no pareciera que la novela en sí estaba localizada en dicho mundo.
... a exemplo do que ensinavam os antigos, cuja sabedoria nunca nos cansaremos
de louvar, fui a casa da vizinha, envergonhei-me, voltei para a minha, remediei-me. (Saramago, 1995, p. 97)
... in accordance with the precepts of the ancients, whose wisdom we shall never
tire of praising, if you would be well served, serve yourself. (Saramago, 1998, p. 170)
Saramago tenía la intención de mantener cierta neutralidad en sus obras, pero aún así se presentan características lusófonas en sus novelas. Tanto la intención de la traducción inglesa, como de la traducción al castellano, no es crear un ambiente lingüístico del lugar de la TM, pues daría la sensación de que Saramago quería ubicar la novela en la cultura de la LM.
Conclusión.
Textos como los de Saramago, con características peculiares en su estructura y puntuación y con proverbios, metáforas o analogías típicamente portuguesas, pueden resultar un reto a la hora de traducir. En el caso de Giovanni Pontiero, existió una comunicación epistolar entre él y Saramago, lo cual le ayudó en su proceso de traducción. Mientras tanto, Basilio Losada sólo conoció a Saramago una vez. Según Losada, el libro más complejo que ha traducido de Saramago técnicamente es Memorial del convento, y como inmersión literaria, Ensayo sobre la ceguera. Desde la hipótesis que cada lengua y cultura revela al mundo desde una perspectiva particular y diferente, el mundo portugués recreado por José Saramago pone a disposición un mundo de posibilidades para el traductor a la hora de traducir. Como traductores es nuestro deber el investigar detalladamente los textos en relación a su diacronía, cultura y lengua, disponiendo de las técnicas propuestas por Vinay y Dalbernet (1995) y por Hurtado Albir (2001), para así obtener una traducción que nos satisfaga.
domingo, 2 de julio de 2023
La traducción de las ciencias sociales y humanas y su terminología problematizada con el ámbito de la arqueología
El estudio de la traducción es un campo que lleva una larga historia y ha evolucionado a lo largo de los siglos. Aunque la traducción como práctica existe desde tiempos antiguos, como la reflexión y el análisis académico sobre la traducción en la antigua Grecia con Heródoto y en Roma con Cicerón, no fue sino hasta el siglo XX cuando la traducción como disciplina académica comenzó a consolidarse. Aparecieron teorías y enfoques más sistemáticos y se establecieron instituciones y programas de estudios especializados en traducción en todo el mundo. Además, se produjo una mayor profesionalización de los traductores y una mayor conciencia sobre los desafíos y las complejidades de la tarea de traducir.
A partir de estas teorías y perspectivas nuevas sobre la traducción, esta disciplina se ha abierto en un abanico de diferentes campos de estudio, que se podrían resumir en literario y no literario. Conforme a esto, podemos notar que el ámbito de la traducción literaria es el que más relevancia cultural tiene (o parece tener), y después de éste vienen las demás disciplinas. A la traducción literaria le siguen campos de estudio como el audiovisual, el técnico-científico y el jurídico, por ejemplo. ¿Y dónde quedan las ciencias sociales y humanidades? Si observamos a la traducción literaria, ésta es la poesía y la ficción. Si observamos a las demás disciplinas con relevancia, estas son textos pragmáticos, como manuales y artículos: las famosas ciencias “duras”. Pero, ¿Dónde queda esta otra ciencia que no es dura?
La traducción de las ciencias sociales y humanas presenta un problema significativo debido a la falta de un campo dedicado específicamente a estas disciplinas y su terminología especializada. A diferencia de áreas como la medicina o la tecnología, que cuentan con terminología estandarizada y consensuada, las ciencias sociales y humanas abarcan una amplia gama de temas y enfoques, lo que dificulta la traducción precisa y contextualizada. Su concepto se queda en una mera generalización. ¿Acaso es lo mismo un término utilizado en el campo de la historia como otro utilizado en el campo de la pedagogía?
Una de las principales dificultades radica en la falta de consenso en cuanto a los términos y conceptos utilizados en estas disciplinas. La terminología puede variar considerablemente entre diferentes escuelas de pensamiento, corrientes teóricas o enfoques metodológicos. Una única teoría para todos los campos de estudio que abarca esta ciencia no se da abasto: ¿en qué se parece la terminología requerida (y las estrategias traductológicas) al traducir Folie et déraison. Histoire de la folie à l'âge classique de Michel Foucault, en contraste con The Theory of Economic Regulation de George J. Stigler? Esto hace que la traducción sea un desafío, ya que los traductores deben capturar las sutilezas y matices de los términos utilizados en el campo original, adaptándolos de manera efectiva a la lengua de destino.
Además, la traducción en las ciencias sociales y humanas se ve obstaculizada por la falta de una estructura o marco normativo que guíe el proceso de traducción. Mientras que en campos como la medicina existen organismos y recursos específicos que ayudan a los traductores a mantener la precisión y coherencia terminológica, las ciencias sociales y humanas carecen de un equivalente. Esto puede dar lugar a variaciones y ambigüedades en la traducción de conceptos clave, lo que dificulta la comunicación efectiva entre expertos y académicos de diferentes culturas y contextos lingüísticos.
Un claro ejemplo, y en que nos enfocaremos el resto del ensayo, es el de la terminología y la traducción de conceptos de una ciencia humana: la arqueología.
Según la DRAE (versión 23.6 en línea), la arqueología se define como:
1. f. Ciencia que estudia las artes, los monumentos y los objetos de la antigüedad, especialmente a través de sus restos.
La delimitación de los términos que componen el estudio de la arqueología es tan importante como los parámetros teóricos en los cuales cualquier disciplina que se considere científica debe constituir. Y, como en la introducción se menciona, este campo de estudio se pierde con la generalización que se le hace a las ciencias sociales y a las ciencias humanas.
Gracias a esto, han habido esfuerzos por parte de los teóricos de la arqueología de dotar a esta disciplina de una aproximación a una sistematización terminológica. Entre estos esfuerzos se encuentra la elaboración de diccionarios de arqueología, como, por ejemplo, El Diccionario de Arqueología de Bray y Trump (1976), que desde su traducción ha impulsado otros proyectos similares. Con estos diccionarios se quiere dar cuenta del uso que los arqueólogos hacen de su terminología, bajo una regularización y fijación que sirve de marco de referencia para los investigadores de este campo. Mientras en el ámbito técnico-científico se especifica todo lo relacionado a la traducción (como “localización -de videojuegos-”) u otras precisiones del estilo, en las ciencias sociales y humanas no. Además de esto, tenemos otro gran problema que además puede ser la razón de esta negligencia a esta ciencia en general: su interdisciplinariedad.
El carácter de la mayoría de las disciplinas de las ciencias sociales y humanas es que se encuentran entrelazadas; son interdependientes, pues sirven de base unas a otras. Pero existen disciplinas en la misma generalización que tienen una interacción limitada o menos frecuente entre sí, como la paleontología con la economía. En relación a la arqueología, además de su relativa juventud, su carácter requiere unas técnicas y un sistema de instrumentos conceptuales, o sea, la terminología, que tengan el fin de analizar la realidad para después construir una teoría adecuada. Es en este momento cuando las demás disciplinas intervendrían: las sociales, como la geografía y la antropología, y las naturales, como la paleontología y la ecología. Según Schiffer (1988), ‘la arqueología es la disciplina interdisciplinar por excelencia que incorpora variadas teorías propias junto con teorías procedentes de casi todas las otras ciencias sociales y naturales’.
En mi primer semestre de la carrera de Traducción, mi maestro de documentación nos dio la tarea de usar herramientas digitales con un artículo sobre Göbekli Tepe donde se relacionaba la arqueología con la psicología. El artículo nos presentaba un enfoque nuevo que involucra expresiones antiguas de la mente humana (creencias, símbolos, íconos): esto es, la arqueología cognitiva, la cual es un campo apenas emergente. Y es que no solo nos enfrentamos a un problema entre disciplinas, sino que en la misma disciplina en cuestión hay diferencias entre técnicas, enfoques de estudio, sub-disciplinas, etcétera.
En la arqueología se puede estudiar desde el enfoque de la cerámica o del barro, así como uno se puede especializar en la agroarqueología, en análisis lítico o en arqueología egipcia. Esto haría al ámbito arqueológico mucho más especializado y difícil de regularizar en relación a su terminología.
Immanuel Wallerstein, sociólogo y científico social histórico estadounidense, propuso el establecer terminologías estandarizadas con el fin de que todo sea regular y estable, pues según afirma él, una de las características distintivas de los textos de ciencias sociales y humanas es el tráfico de conceptos. Su conclusión es que la traducción de textos de estas ciencias debe promover la posibilidad de una conversación universal entre ellas. Esto, a mi parecer, es una perspectiva muy rígida, normativa y prescriptivista, lo cual no parece ser aplicable a menos que a todos los científicos sociales por igual les interesara el simple intercambio de conceptos entre lengua y lengua, y no el ponerlos bajo el análisis tan riguroso con el que se manejan la mayoría de términos especializados en otras disciplinas.
A pesar de que la falta de consenso en la traducción de términos clave puede generar confusiones y dificultades en la comunicación entre arqueólogos de diferentes regiones y contextos lingüísticos, establecer una norma rígida no podría ponerse a la par con la complejidad de “encasillar” dichos términos. Gracias a este dilema, usualmente se intenta traducir haciendo uso de las técnicas del calco y del xenismo, lo cual a veces queda corto.
En arqueología, además de la división entre enfoques de estudio y disciplinas especializadas, tenemos más subdivisiones a tener en cuenta, lo cual promete un reto aún más complejo al traductor para encontrar la terminología adecuada y glosarios/diccionarios que ya la recopilen: existe un enfoque histórico (como la arqueología prehistórica) y uno transcultural (como la arqueobotánica).
Un ejemplo es el del neologismo arqueometría (disciplina transcultural). Desde el significado nos enfrentamos a algo complejo, pues este es bastante abstracto. Según el Diccionario de Arqueología (2001) `no existe una definición unívoca de la disciplina´, y, además, considera que el término `indica literalmente los estudios científicos aplicados a la arqueología´.
También, aquí, otras dos explicaciones del término que difieren un poco del anterior:
`Cualquier estudio de restos arqueológicos con instrumentos y métodos que son propios de disciplinas científicas´. (Mannoni, 1996)
`Espacio de aplicación de las ciencias experimentales y naturales al conocimiento material de los bienes culturales en beneficio de su conservación y del saber histórico´. (Aiar, Asociaciones italianas di archeometria)
Una complicación más: el término a veces se reemplaza por “ciencias de los bienes naturales” o “ciencias en arqueología”. No se delimita; es un problema para la traducción e incluso para la terminología.
Si quisiéramos o tuviésemos el encargo de traducir un texto sobre arqueología, nos podríamos enfrentar a un grupo de conceptos extremadamente específicos que no están regularizados como lo están aquellos de las ciencias duras. Términos como arqueología cuantitativa, arqueología de la iluminación, arqueozoología, paleopatología, entre una infinidad más.
Una posible solución sería la cooperación interdisciplinaria, pues esta ofrecería enfoques con más efectividad a la hora de contextualizar sobre la terminología arqueológica a traducir. Los traductores deben considerar el trasfondo cultural y la significancia histórica de los términos arqueológicos para evitar malentendidos y distorsiones en la interpretación de los hallazgos de esta disciplina. Esto implica no solo traducir literalmente los términos, sino también adaptarlos a la cultura y el contexto lingüístico de la lengua de destino.
En mi opinión, así como un traductor que no sabe de ingeniería computacional y programación no podría llevar a cabo una traducción eficiente sobre el tema, aquél que no conozca a profundidad la literatura arqueológica al traducir, dudosamente hará un trabajo adecuado. Como menciona Ortiz García (1995) ‘los traductores deben ser especialistas y la traducción debe observarse como un acto de investigación’.
La traducción en las ciencias sociales y humanas enfrenta desafíos debido a la falta de un campo dedicado y a la diversidad de terminología y enfoques existentes. Para superar este problema, sería de gran ayuda una colaboración estrecha entre traductores y expertos en las disciplinas involucradas, así como el desarrollo de recursos terminológicos especializados y la creación de directrices flexibles que faciliten una traducción más precisa y contextualizada. Esto permitirá una mejor comunicación y una comprensión intercultural en el ámbito de estas ciencias tan descuidadas.
Referencias:
Benítez, S. T. (2010). La traducción de las ciencias sociales: Utopismos bueno y malo confrontados. Mutatis Mutandis: Revista Latinoamericana de Traducción, 3(1), 152-173.
Cabré, M. T. (2005). La terminología, una disciplina en evolución: pasado, presente y algunos elementos de futuro. Debate Terminológico, (01), 1813-1867,
Escobar, G. Á. (2005). Estudio lingüístico y glosario de los términos especializados de la arqueología. Editorial de la Universidad de Granada.
Francovich, R., Manacorda, D. (eds.). (2001). Diccionario de Arqueología. Crítica.
Heim, M. H., & Tymowski, A. W. (2006). Pautas para traducir textos de Ciencias Sociales. American Council of Learned Societies.
Ortiz García, J. (1995). Conceptos en las Ciencias Sociales: ¿traducción o interpretación? Livius, 7, 121-131.
Sanz Espinar, G. (2008). Traducción de textos de Ciencias Humanas: problemas terminológicos. Actas III Congreso de AIETI (Association ibérique de Traduction et Interprétation). Barcelona: Universidad Pompeu Fabra.
Schiffer, M.B. (1988). The structure of archaeological theory. American Antiquity, 53(3), 461-485. https://doi.org/10.2307/281212
martes, 4 de abril de 2023
El fantasma de Baalbek.
Domenico Fiasella
viernes, 14 de enero de 2022
Paisajes canadienses, Kurt Wallander y alienígenas hablando kobaïano.
Me aparezco por aquí para actualizar mi blog. Aunque sea un poco. En 2018 fue la última vez que hice un conteo de los libros que leí en el año, y pues teniendo en cuenta que éste año sólo leí 16 libros, me pareció sencillo venir a comentar un poco sobre ellos, en forma de derrame de ideas. Desempolvar el desastre de blog que tengo.
Por fortuna en la actualidad me encuentro ocupada de verdad, pues entré a la universidad hace un semestre. Apenas. Pero algo es algo y me ha servido para al menos hacer de mi vida algo más útil y productivo. También tomo clases extracurriculares de sueco.
Hacía años se me había quitado mi rasgo característico de ser obsesiva, pero para mi sorpresa este año regresó y a tope. Me enamoré por primera vez también -ridículamente de figuras públicas-, y además dos veces, lo cual no es que me haya ayudado mucho a esta característica que hizo su atroz retorno. Me obsesiono con todo. Me puse a coleccionar discos elepé, ya sean remasters, first pressings o de colorcitos. Y con eso viene mi obsesión por descubrir nueva música, mínimo un grupo por semana. He de haber descubierto más de cien bandas el año pasado, 2021. Tal vez hasta unas doscientas, entre esas muchas que terminaron siendo mis preferidas, como Camel y Caravan, no sé, por mencionar algunas... O Squakett, Magma y su kobaïano o Miles Davis. O el proyecto de Neil Peart, Burning for Buddy. También me obsesioné con mi carrera. Y me obsesioné con la idea de poseer tal o cual libro, y terminé por romper el cochinito y comprarlos. También, parte de mi obsesión es el conseguir un segundo trabajo, a pesar de ya tener uno. Necesito hacer algo con mis días, no tirarlos por la borda, a pesar de mi cansancio y mi privación de sueño.
Comencé a leerme una saga, -raro de mí-, y además policiaca, -más raro de mí-. Me refiero a la saga de Kurt Wallander, novelas suecas sobre un curioso jefe de policía con sobrepeso y problemas existenciales. Me leí las primeras dos de su saga, y me gustaron mucho. Éste 2022 seguiré leyéndolo.
Terminé un libro que agarraba y abandonaba una y otra vez durante cuatro años: La joven de la perla de Tracy Chevalier. No fue lo mejor de lo mejor, pero me mantuvo entretenida.
Para el placer psicológico de mi yo quinceañera, me leí El Decamerón de Bocaccio y Las chicas de Emma Cline. Mi yo morbosa, en ambos libros, se encontraba muy emocionada. El primero lo leí para un examen de la uni. El segundo me gustó, no tanto como esperaba, pero satisfizo mi ya mencionado morbo -en este caso por los asesinos y cultos-.
Novelas destacadas del año fueron El club de la buena estrella de Amy Tan, La defensa y Pnin de mi amado Nabokov, Los cuentos siniestros de Kobo Abe, Kitchen de Banana Yoshimoto y La policía de la memoria de Yoko Ogawa. Todas fueron una clase de alimento cósmico para mi alma. Las amé de inicio a fin, me llevaron por una oleada de emociones y momentos memorables.
También me leí dos ensayos: Territorio Lolita de Ana Clavel y Cinco mil años de palabras de Carlos Prieto, pues mi yo pseudo-lingüista tenía que regocijarse en algo. Territorio Lolita me encantó, principalmente por sus guiños al trabajo de micro-historia de Robert Darnton y su investigación sobre Caperucita Roja y los cuentos de Mama Oca. Mientras tanto, Cinco mil años de palabras me hubiera gustado mucho más si no hubieran sido tantas cifras y más una plática. pero aprendí muchísimo de Prieto, por lo cual le di 5 estrellas en Goodreads.
Dos lecturas extrañísimas, pero también muy queridas por mí, fueron producto de compras impulsivas: Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez y Los restos del día de Kazuo Ishiguro. A ambos autores les tenía muchas ganas, y, maravilla de maravillas, no me decepcionaron.
Finalicé el libro de uno de los objetos de mi amor, dramas y obsesiones, Neil Peart, con su triste libro sobre su duelo, The Ghost Rider. Muchos paisajes canadienses, mexicanos y estadunidenses en su libro. Demasiados, diría yo. Un libro muy introspectivo, descriptivo y, en momentos, muy triste. Imagínense yo, enamorada de Peart, sabiendo que falleció hace dos años y leyendo sus memorias de las muertes que el vivió. Dramático.
El último libro del año fue Skagboys, precuela de la saga de Trainspotting, la cual ya tenía muy abandonada. Un librín que disfruté bastante, mas no mi preferido de la saga ni del año.
Veremos que nos trae el nuevo año. Hasta ahora todo bien.
jueves, 24 de junio de 2021
Dosis de relatos kafkianos mensual: "El dictador" de Kobo Abe.
He regresado para volver a desaparecer, lo más probable. Estoy activa semanalmente en La defensa de Luzhin, por si queréis echarle un ojo. Sólo os quiero compartir un cuento que me gustó mucho, de uno de mis autores preferidos y también de mis más amados y admirados.
Publicado por Eterna Cadencia Editora, este cuento viene en Historia de las pulgas que viajaron a la Luna y otros cuentos de ficción científica. Sí, qué título más largo. Bueno, es uno muy chulo, os lo recomiendo. Fue publicado originalmente en 1955.
El dictador
Kobo Abe
El Doctor Aire, como indica su nombre, se dedicó toda la vida a las investigaciones sobre el aire. En uno de los últimos días de su vida, el doctor subió al estrado para dar un discurso delante de los estudiantes–: Yo transformé el aire en algo tan flexible e inacabable como la arcilla entre los dedos del escultor. También alteré la disposición de partículas del aire para producir desniveles artificiales de presiones atmosféricas y así logré controlar tifones, lluvias y la temperatura, además de posibilitar el mayor aprovechamiento de la fuerza eólica. Incluso llegué a hacer el aire impermeable al sonido, en contra de su naturaleza ingénita. Ahora bien, si la gente busca desentrañar mis investigaciones a favor del progreso humano, tendrá en sus manos la felicidad infinita. Sin embargo, no hay ni un sabio que me haga caso, porque el progreso no sólo es costoso sino también perjudicial para la moralidad.
Los estudiantes abstraídos dormitaban o perforaban escritorios con navajas sin prestarle atención. El doctor aspiró por la nariz y se quitó las legañas de los ojos con la punta del dedo. Y se apresuró a añadir–: Con esto termino mi lección–. Los estudiantes dormidos se despertaron de repente. Alcanzaron a ver sólo la espalda, tan difusa y triste como su nombre, del doctor que se retiraba del estrado.
Todo esto se atribuía al dictador que gobernaba el país. Desde que su hermano banquero cayó en cama por una gripe incurable, el dictador sólo pasaba días tediosos sin nada que hacer, angustiado del ocio imperante durante los últimos cinco años. Teniendo en cuenta el lema de su régimen: “El orden todo el tiempo”, el estado de tedio se podía considerar como la máxima realización de su ideal. De hecho, el dictador no guardaba ni la mínima intención de oponerse a esta felicidad ociosa. Lo único que intentó fue practicar en secreto la música para matar el tiempo...
Por desgracia, el dictador fue un hombre tan torpe como nadie; sus manos se dividían en cinco ramas gruesas hacia la punta, a las cuales parecían no llegarles los nervios. Fue por esta misma razón que prefirió ser vocalista. A diferencia de los instrumentos musicales, la garganta le permitía producir sonidos con relativa facilidad. No buscaba más que complacerse a sí mismo en privado, lo cual era imposible al tratarse de un dictador. Pronto se enteraron los súbditos y le cayeron con una avalancha de elogios; acostumbrados tan sólo a manejar lisonjas a nivel supremo, insistieron en que debía dar un recital en el auditorio nacional. Desde luego, el dictador no tenía ni la menor idea de lo que era la modestia. Para seguir el mecanismo automatizado de “El orden todo el tiempo”, convocaron un día a todos los ciudadanos.
En medio de una precaución extrema, el dictador llegó al auditorio, sentado con holgura sobre un cojín del carro de vidrio polarizado, con una menta afinadora de la voz en su boca. Un saludo. Sonó la banda marcial. El dictador caminó tambaleante. Al tratarse de un discurso, nunca perdía el aplomo aunque fuera delante de millones de personas, pero todo fue diferente ese día. Iba a cantar una canción melodiosa, algo sentimental. Quizá no fuera buena selección. Mejor hubiera escogido un canto militar, más apropiado a su investidura. En la antesala hojeó apurado La colección de mis cantos favoritos. El corazón palpitó con pequeños brincos. Ingirió una dosis de alcohol. Uno de los sirvientes acudió a su lado para mostrarle el cronómetro: faltaban treinta segundos. El dictador respiró profundo al levantarse. Con pasos inseguros atisbó el auditorio. Se le ocurrió una buena idea. Al volverse, se desplomó diciendo: “Me siento asfixiado”... Hasta ahí llegaron sus pretensiones artísticas y todo terminó en paz.
Sin embargo, había emitido sin querer una frase fatal justo antes de desmayarse: “Dentro de un mes voy a organizarlo de nuevo.” Qué responsabilidad tan odiosa. Al pensarlo de noche, no podía dormir de preocupación. Uno de esos días se acordó de haber oído hablar de un tal Doctor Aire, quien, según decían, había inventado un método para hacer el aire impermeable al sonido. Podía ser una persona útil.
Pronto se celebró el segundo recital. El dictador se presentó al escenario, sin tropiezo esta vez. De repente hubo un estruendo que desgarró el espacio, y se esfumaron todos los sonidos terrenales; fue que la máquina del Doctor Aire procesó el aire de una manera especial. El dictador cantó a su antojo. Cuando terminó de cantar sin sonido, el auditorio tembló de aplausos en un silencio terrorífico.
En su camino de regreso, el dictador, todo contento, se abstraía ante el paisaje, pensando en qué clase de condecoración le iba a otorgar al Doctor Aire. En un instante se percató de la confusión que se había propagado en la ciudad por causa del silencio. Se sonrió un tanto avergonzado al tratar de pedirle al sirviente que llamara al Doctor Aire de inmediato para que devolviera el aire al estado normal; claro, no servían ni la voz ni el teléfono en medio de este aire impermeable.
Su coche se detuvo en seco; el auto delantero chocó con otro que había invadido la avenida, sin ruido, de una manera inesperada. Acudieron varios oficiales para sacar al conductor imprudente: era el mismo Doctor Aire. Había salido, sin soportar más el silencio, cargando la máquina para encontrarse cuanto antes con el dictador. Tanto el doctor como la máquina estaban muertos. El dictador se sobrecogió al recordar que el doctor le había dicho una vez que no dejaba ningún registro de sus investigaciones para evitar el abuso. Gritó sin querer algo ininteligible. Había mucha gente que gritaba. Por más que gritara, el silencio absoluto le pesó cada vez con mayor presión. El dictador se calló; se calló a voz en cuello. Y alcanzó a escuchar el desmoronamiento que se le acercaba con pasos firmes, así como la oscuridad que avanzaba al anochecer.
viernes, 23 de abril de 2021
Un intento de oda a toda la gran música o 'La defensa de Luzhin'.
jueves, 18 de marzo de 2021
El ‘Ser una escalera’ y otras formas de introspección: Una reseña del cuento “El salto evolutivo” de Rosa Beltrán.
Una mujer, anónima, brinca de un
psicólogo a otro, en lo que parece ser en un solo parpadeo. Con una atmósfera
asfixiante, la protagonista lidiará con psicólogos de diversas corrientes terapéuticas.
Así pues, es una suerte de crítica a los procedimientos que hacen los expertos,
en situaciones similares a la de la protagonista. El objetivo de ésta es
superar la ruptura con su ex marido y aceptar su soledad.
Haciendo referencia a Sigmund Freud y
guiñándole el ojo a los postulados darwinistas sociales, Rosa Beltrán crea una
sátira que mira desde la frase la supervivencia del más apto, como una
clase de microscopio, ventana que proyecta el comportamiento humano llevándolo
a lo absurdo, a lo humorístico. La misma protagonista se siente identificada
con Gregorio Samsa, o, sugerido por uno de sus psicólogos, con una escalera. Además,
el anonimato de la protagonista nos sugiere que es la misma Rosa Beltrán. Sobre
su escritura, cabe destacar los deslizantes cambios de espacio-tiempo, manejados
magistralmente, y los diálogos,
frustrantes e hilarantes.
Rosa Beltrán, nacida en 1960, cursó la licenciatura
de literatura hispánica en la UNAM, así como un doctorado en literatura
comparada en la UCLA. Fue elegida como miembro de número de la Academia
Mexicana de la Lengua el 12 de junio de 2014. Ha sido publicada por Seix Barral
y Editorial Alfaguara.
Material de Lectura, donde se nos presenta una
recopilación de los cuentos “Supervivencia del más apto”, “El origen de las
especies”, “Teoría de la adaptación” y el “El salto evolutivo”, mantiene los
mismos enredos psicológicos y el mismo interés por las teorías de Darwin y
vertientes similares, los cuales surgieron posteriores a su novela El cuerpo expuesto. Publicado por la
UNAM, fue presentado en el marco de la Edición 42 de la FIL del Palacio de
Minería, este 2021.