miércoles, 3 de mayo de 2017

El diablo en los sueños, Lilith en el lecho. Ay, pobre Mordejai Meisl.

Pieter Brueghel El Viejo
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«Entretanto Brouza había sacado de una de sus arcas o santas reliquias, como las llamaba, un frasco de peltre con aguardiente de enebro y se lo entregó al barbero como contrapartida por su trabajo y el largo camino que había recorrido. El barbero probó el aguardiente. Su rostro se iluminó, pero un instante más tarde adoptó una expresión que denotaba una profunda preocupación.
-Muchas gracias  le dijo, estaré a vuestro servicio siempre que me necesitéis, También cuando se trate de aguardiente, ¡no lo olvidéis! ¿Pero cómo haré para que el astuto diablo no me robe este aguardiente?
-¿Acaso os roba el aguardiente el diablo? le preguntó Van Delle.
-Sí, y también el vino, el mosto, la cerveza, en una palabra, cualquier clase de bebida le explicó el barbero.
-¿Y os persigue de otro modo? quiso informarse Van Delle.
-Sí, eso creo le respondió el barbero , no me deja en paz ni a sol ni a sombra.
-¿De modo que tiene enfilada vuestra alma?  quiso saber Van Delle.
-No dijo el barbero —, no es de esa clase. Cada uno tiene su propio diablo, y el mío comparte conmigo el lecho conyugal».

Leo Perutz, "De noche, bajo el puente de piedra"


Perdidos por las estrellas se encuentran Kepler, Rodolfo ll y el increíble Rabino Loew. Mordejai Meisl fue el único que no logró alcanzarles, su alma, más bien, se hundió en mi tórax. Enfermé de amor y felicidad. Gracias Perutz, eres mágico.