domingo, 23 de abril de 2017

Del Infierno, el centeno y un paseo en bicicleta.

Matthias Grünewald

Los pueblerinos se escondían en los templos y plazas públicas desconsolados, gimoteando gracias a un atroz dolor que les comía sus pies y manos. Era allá entre los siglos lX y Xl que numerosos grupos de gente comenzaban a padecer un frío intenso en las extremidades, seguido por una sensación fuerte de ardor. Alucinaciones y convulsiones continuaban a estos síntomas y finalmente hacía su aparición la gangrena, la cual desprendía los miembros de éstas personas sin hacerles sangrar.
Esta enfermedad medieval se propagaba gracias a un hongo que crece en las espigas del centeno con las que posteriormente se hace el pan. Se le llama El Fuego de San Antonio, también conocido como Ergotismo.
Éste hongo parásito llamado Claviceps Purpurea ataca a multitud de cereales, principalmente al centeno, el cuál posteriormente es consumido por humanos en forma de pan. Hacía aparición en las zonas lluviosas de Europa como unos pequeños clavos negruzcos camuflados entre (en este caso) el centeno.
Estas epidemias fueron frecuentes en la Edad Media a pesar qué aveces se daban a la tarea de separar aquellos clavos de matiz negruzca del grano limpio, ya qué en tiempos de hambruna o de abundantes lluvias no se hacía esta operación. El centeno infectado era por lo tanto más barato y así afectaba a la población más pobre.

En 1093 se dieron tantos casos de ergotismo que se fundó la orden de "Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio" dónde los frailes vestidos con un hábito obscuro con una T azul en el pecho, atendían exclusivamente a los afectados del Fuego de San Antonio. Fueron fundados 370 hospitales, los cuales eran popularmente conocidos como hôpitaux des démembrés -hospitales de los desmembrados- y se exhibían los miembros amputados en las entradas de estos.
Sólo existían dos curas; una consistía en acudir en peregrinación a Santiago de Compostela. La otra cura era utilizada en uno de los 'Hospitales de los Desmembrados' (este específico localizado en Castrojeriz): se alimentaba a los pacientes con pan que no era de centeno, sino de trigo candeal. 

El Fuego de San Antonio presenta un cuadro clínico el cual se manifiesta de dos modos:

El ergotismo agudo: caracterizado por fuertes convulsiones espasmódicas en las extremidades, crisis epilépticas y parestesias. El enfermo, en episodios de crisis convulsiva se movía incontroladamente; lo cual causaba confusiones entre estos síntomas del ergotismo con otras patologías "danzantes".
Las convulsiones eran originadas por la cornutina, agente que ataca indiscretamente al sistema nervioso. Dentro de estos episodios convulsivos se podía sufrir de parálisis respiratoria.

El ergotismo crónico o mortal: su causa era la vasoconstricción periférica. El sufrir de isquemia en las extremidades podía conducir a la gangrena, y en el proceso gangrenoso se notaban vasculopatías periféricas o trombosis en órganos como las orejas, nariz y dedos. Éste último síntoma mencionado ha causado equivocaciones entre el ergotismo y la lepra, a pesar de que los leprosos eran afectados en la cara mientras que los enfermos de ergotismo principalmente presentaban la gangrena en manos y pies. La gangrena conllevaba a la necrosis del órgano afectado o a la amputación de dicho órgano. 

Pero, un síntoma que se registraba en todos los afectados de ergotismo era la fiebre, tan elevada qué causaba visiones y alucinaciones.
Éstos delirios recibieron el nombre de "borrachera ergotónica", en cuyos efectos y visiones se encuentran las fantasías proyectadas en las Tentaciones del Santo.
También se culpa al ergotismo del caso de Las Brujas de Salem.

Ahora, dicho esto, vamos con la bicicleta.

Un fantástico paseo en bicicleta con Hofmann y el LSD

El Claviceps Purpurea, según análisis recientes, está próximo a la dietil amida del ácido lisérgico, la cual es conocida por sus efectos alucinógenos. 
En 1938 el químico suizo Albert Hofmann investigaba entre el cornezuelo del centeno con el objetivo de encontrar un remedio para la migraña. Uno de los compuestos que consiguió aislar fue el LSD-25. Hofmann lo experimentó en animales con la esperanza de conseguir efectos estimulantes en el sistema respiratorio y circulatorio, pero los animales sólo demostraron "inquietud" y nada beneficioso.
En 1943 Hofmann volvió a trabajar en el compuesto LSD-25 convencido de la existencia de algún otro uso para este. Accidentalmente tuvo contacto por vía cutánea con el LSD-25 por lo cual se sintió mareado y empezó a ver imágenes coloridas e intensas.
Unos días después Hofmann se dosificó 250 microgramos de LSD-25 pensando que era la dosis mínima (resultó que no) y regresó a casa en bicicleta ("el viaje más alucinante jamás realizado en bicicleta" le dicen). Ya en casa se quedó dormido y al día siguiente se despertó con una inmensa sensación de bienestar.
Hofmann fue la primera persona en tener un viaje psicodélico. 


Había considerado el ponerle de nombre a esta entrada del blog algo así como "Blame Hofmann", haciéndole referencia a el intro de la canción Rossetta Stoned de la banda americana Tool, llamado Lost Keys (Blame Hofmann), pero me decidí por algo más sencillo (y dentro de todo un poco gracioso... al menos para mí) y que no sólo mencionase el LSD, sino también al ergotismo.

Brueghel el Viejo hizo una pintura representando a enfermos de ergotismo, la cual podéis ver aquí.
También, Jerónimo Bosco hizo un boceto de lo mismo (el cual está en el post de "Bocetitos de Jerónimo Bosco") y podéis verlo aquí. También se dice que el Bosco sufrió del Fuego de San Antonio, y sus obras eran producto de alucinaciones ocasionadas de ello.


Fuentes:
The Spanish Prisioner, Cornezuelo del Centeno: del fuego del infierno al LSD, http://www.spanishprisoner.net/2013/07/cornezuelo-del-centeno-del-fuego-del.html, 2013.
Manolo García, La Bitácora de Humboldt, De la mies al centro de la mente, http://labitacoradehumboldt.blogspot.mx/2010/06/de-la-mies-al-centro-de-la-mente.html, 2010.
Isabel Morán Suárez, El Fuego de San Antonio: Estudio del ergotismo en la pintura del Bosco.

lunes, 10 de abril de 2017

Alekséi Ivánovich visita Roulettenbourg.

Jusepe de Ribera

«Si no le molesta. general —proseguí—, me permitiré referir algo más conmovedor todavía. Recuerdo que mi difunto padre, también bajo los tilos, delante de la casa, nos leía todas las tardes, a mi madre y a mí, libros de ese género... Puedo, pues, juzgar bien de todo esto. Bueno, aquí todas las familias se encuentran bajo la esclavitud y la sumisión más completa del Vater. Todos trabajan como bueyes y acumulan dinero como judíos. El Vater, supongamos, ha reunido ya tantos florines y espera ceder al primogénito su taller o su parcela de tierra. A este objeto, no dan a la hija dote alguna, y ésta se queda para vestir imágenes. Con idénticas miras venden al hijo menor como criado o como soldado, y este dinero lo incorporan al capital familiar. Se hace así, pueden creerme; he procurado informarme. Y todo esto lo hacen movidos por la honradez, por un extremado espíritu de honradez, hasta el punto que el hijo menor, que fue vendido, está convencido de que lo vendieron movidos por la honradez; y esto es ideal: la propia víctima se alegra de que la ofrezcan en holocausto...»

Fiódor Dostoyevski, "El Jugador"