viernes, 14 de enero de 2022

Paisajes canadienses, Kurt Wallander y alienígenas hablando kobaïano.

Me aparezco por aquí para actualizar mi blog. Aunque sea un poco. En 2018 fue la última vez que hice un conteo de los libros que leí en el año, y pues teniendo en cuenta que éste año sólo leí 16 libros, me pareció sencillo venir a comentar un poco sobre ellos, en forma de derrame de ideas. Desempolvar el desastre de blog que tengo.

Por fortuna en la actualidad me encuentro ocupada de verdad, pues entré a la universidad hace un semestre. Apenas. Pero algo es algo y me ha servido para al menos hacer de mi vida algo más útil y productivo. También tomo clases extracurriculares de sueco.

Hacía años se me había quitado mi rasgo característico de ser obsesiva, pero para mi sorpresa este año regresó y a tope. Me enamoré por primera vez también -ridículamente de figuras públicas-, y además dos veces, lo cual no es que me haya ayudado mucho a esta característica que hizo su atroz retorno. Me obsesiono con todo. Me puse a coleccionar discos elepé, ya sean remasters, first pressings o de colorcitos. Y con eso viene mi obsesión por descubrir nueva música, mínimo un grupo por semana. He de haber descubierto más de cien bandas el año pasado, 2021. Tal vez hasta unas doscientas, entre esas muchas que terminaron siendo mis preferidas, como Camel y Caravan, no sé, por mencionar algunas... O Squakett, Magma y su kobaïano o Miles Davis. O el proyecto de Neil Peart, Burning for Buddy. También me obsesioné con mi carrera. Y me obsesioné con la idea de poseer tal o cual libro, y terminé por romper el cochinito y comprarlos. También, parte de mi obsesión es el conseguir un segundo trabajo, a pesar de ya tener uno. Necesito hacer algo con mis días, no tirarlos por la borda, a pesar de mi cansancio y mi privación de sueño.

Comencé a leerme una saga, -raro de mí-, y además policiaca, -más raro de mí-. Me refiero a la saga de Kurt Wallander, novelas suecas sobre un curioso jefe de policía con sobrepeso y problemas existenciales. Me leí las primeras dos de su saga, y me gustaron mucho. Éste 2022 seguiré leyéndolo.

Terminé un libro que agarraba y abandonaba una y otra vez durante cuatro años: La joven de la perla de Tracy Chevalier. No fue lo mejor de lo mejor, pero me mantuvo entretenida. 

Para el placer psicológico de mi yo quinceañera, me leí El Decamerón de Bocaccio y Las chicas de Emma Cline. Mi yo morbosa, en ambos libros, se encontraba muy emocionada. El primero lo leí para un examen de la uni. El segundo me gustó, no tanto como esperaba, pero satisfizo mi ya mencionado morbo -en este caso por los asesinos y cultos-.

Novelas destacadas del año fueron El club de la buena estrella de Amy Tan, La defensa y Pnin de mi amado Nabokov, Los cuentos siniestros de Kobo Abe, Kitchen de Banana Yoshimoto y La policía de la memoria de Yoko Ogawa. Todas fueron una clase de alimento cósmico para mi alma. Las amé de inicio a fin, me llevaron por una oleada de emociones y momentos memorables.

También me leí dos ensayos: Territorio Lolita de Ana Clavel y Cinco mil años de palabras de Carlos Prieto, pues mi yo pseudo-lingüista tenía que regocijarse en algo. Territorio Lolita me encantó, principalmente por sus guiños al trabajo de micro-historia de Robert Darnton y su investigación sobre Caperucita Roja y los cuentos de Mama Oca. Mientras tanto, Cinco mil años de palabras me hubiera gustado mucho más si no hubieran sido tantas cifras y más una plática. pero aprendí muchísimo de Prieto, por lo cual le di 5 estrellas en Goodreads.

Dos lecturas extrañísimas, pero también muy queridas por mí, fueron producto de compras impulsivas: Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez y Los restos del día de Kazuo Ishiguro. A ambos autores les tenía muchas ganas, y, maravilla de maravillas, no me decepcionaron. 

Finalicé el libro de uno de los objetos de mi amor, dramas y obsesiones, Neil Peart, con su triste libro sobre su duelo, The Ghost Rider. Muchos paisajes canadienses, mexicanos y estadunidenses en su libro. Demasiados, diría yo. Un libro muy introspectivo, descriptivo y, en momentos, muy triste. Imagínense yo, enamorada de Peart, sabiendo que falleció hace dos años y leyendo sus memorias de las muertes que el vivió. Dramático.

El último libro del año fue Skagboys, precuela de la saga de Trainspotting, la cual ya tenía muy abandonada. Un librín que disfruté bastante, mas no mi preferido de la saga ni del año.

Veremos que nos trae el nuevo año. Hasta ahora todo bien.