Filippino Lippi
«Mientras los monjes iban saliendo, me demoré para curiosear por la cocina, donde estaban disponiéndolo todo antes del cierre nocturno.Vi a Salvatore que, con un paquete bajo el brazo, salía a hurtadillas en dirección al huerto. Picado por la curiosidad, salí tras él y lo llamé. Trató de zafarse, pero cuando le pregunté qué llevaba en el paquete (que se movía como si contuviese algo vivo) me contestó que era un basilisco.
—¡Cave basilischium! ¡Est lo reys de las serpientes, tant pleno de veneno que reluce todo por fuera! ¡Que dictam, el veneno, el hedor que solta ti mata! Te atosiga... Et tiene máculas blancas en el lomo, et caput como gallo, et mitad va erguida por encima del suelo et mitad va por suelo como las otras serpentes. Y lo mata la comadreja...
—¿La comadreja?
—¡Oc! Bestiola parvissima est, más larga alcunché que la rata, et odiala la rata moltisimo. Y també la sierpe y el escorzo. Et cuando istos la morden, la comadreja corre a la fenícula o a la circebita et las mordisca, et redet ad bellum. Et dicunt que ingendra por los óculos, pero los más dicen que ils dicen falso.
Le pregunté que hacía con un basilisco, y me dijo que eran asuntos suyos. Sin poder soportar la curiosidad, le dije que en aquellos días, con todos aquellos muertos, ya no había asuntos secretos, y que se lo contaría a Guillermo. Entonces me rogó ardientemente que no dijese nada, abrió el paquete y me mostró un gato de pelo negro.»
Umberto Eco, "El Nombre de la Rosa"
Y mi obsesión con los basiliscos continuará.
Umberto Eco, "El Nombre de la Rosa"
Y mi obsesión con los basiliscos continuará.

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