martes, 24 de octubre de 2017

Las crónicas presenciadas por Mickey Forester de unos nefastos chutómanos: una reseña de Trainspotting de Irvine Welsh.

Adriaen Collaert

Había visto la adaptación al cine dirigida por Danny Boyle hace unos añitos. Tenía un kick con las películas trágicas y de finales depresivos, afición formada por Requiem por un sueño (libro de Hubert Selby Jr. y adaptación al cine por Darren Aronofsky), causando que esta película no me gustase mucho (¿final feliz?). Quería muerte y sangre y a una multitud mutilada con jeringas... al parecer.
Pero me había prometido leerme este librito. No sé porqué. La consideraba una lectura de mero morbo y destinada para -solamente- pasar el rato. Recuerdo era el sexto lugar en mi lista de "por-leer" en mi Goodreads, desde que lo abrí en Julio de 2015.
En ésta primera novela de Irvine Welsh se cuenta la vida de numerosos jóvenes y adultos, residentes de Edimburgo, a finales de los años ochenta. Cada uno de estos personajes tiene algún problema de adicción de drogas, necesidad extrema de violencia y/o de sexo, problemas familiares y también problemillas triviales del día a día.
Welsh nos cuenta el no-tan-precioso lado de Edimburgo; el lado de Edimburgo lleno de heroína, extremadamente portador de VIH y violentísimo.
La historia se centra en Mark Renton, un chaval que vive con sus padres y es adicto al caballo. Hace numerosos intentos de dejar de drogarse, más siempre recae y recae. Un chaval crítico, que se cuestiona diversos porqués, un poco misántropo, y consciente de que la vida es una escoria.
Simon Williamson, alias Sick Boy, es un antihéroe proxeneta, machista y abusivo. Su personaje se desarrolla tremendamente en Porno, más en Trainspotting se le presenta como el mejor amigo (vaya mejor amigo) de Renton, de quien abusa y a quien manipula. El centro de atención del grupo gracias a su atractivo físico, Simon es un aprovechado y un interesado en la mas mínima posibilidad de estafar a alguien. Y, lo más guay de la locura de Sick Boy, son sus pensamientos internos, quienes se los imagina discutiéndolos y argumentándolos con Sean Connery. Shí, Shimón es un eshcosésh demente.
Oh, y qué les puedo decir de Francis Begbie. Un personaje fantástico, completamente demente y fuera de sí. Me encantan los personajes psicópatas, pero no todos llegan a ser tan desgraciados como Begbie. Francis causa terror a todos sus "amigos", les somete y les tiene amenazados bajo toda circunstancia. Se mofa de todos sus conocidos adictos a la heroína, ya que el no se droga ni inyecta nada; guía esa apatía que le tiene a la vida hacia la ejecución de violencia y a el alcohol, más no la canaliza a las drogas.

"[...] Con Sick Boy, al menos, es de esperar. Renton y Spud quedan horrorizados al percatarse que Begbie ha ligado. Está de palique con una mujer que tiene cara bastante bonita, piensa Spud; pero un culo gordo, observa Renton con maldad marujil. Algunas mujeres, pondera Renton con maliciosa envidia, se sienten atraídas por los tipos psicopáticos. Generalmente pagan un alto precio por este defecto, llevando vidas horribles. Como ejemplo, cita presuntuosamente a June, la novia de Begbie, que en estos momentos se encuentra en el hospital dando luz al niño."

Spud, Spud, Spud. Mi querido Daniel Murphy. Un pobre chaval que asume el papel de chivo expiatorio en el grupo de Renton, Francis y Sick Boy. Un buen tío, mi narrador preferido, ¿sabes? Una personilla débil y frágil, drogadicto como sus compañeros pero haciendo lo posible por complacer a la gente y sacrificando su felicidad en todo momento. Spud padece un poco el síndrome del impostor, cosa que me hizo sentirme identificada con múltiples pensamientos suyos y reacciones a diversas situaciones.
También se encuentran diversos personajes más, no tan trascendentes, como Tommy Lawrence, Segundo Premio, el genial Mickey Forrester (interpretado por nada más ni nada menos que el propio Welsh en la película), la feminista Kelly y la ninfulilla de catorce años, Dianne Coulston.
Y os quiero contar sobre mi personaje favorito: Dave Mitchell. No, este personaje no sale en la película. Es especial del libro (no por eso me gusta, ¿eh?, no soy tan pedante). Este personaje aparece a mediados de la novela como una historia completamente ajena a Renton y compañía. Su historia es breve, muy breve. Su historia se cuenta en el capítulo Mala Sangre. No redactaré nada sobre su historia, que sea una sorpresita (tal vez una sorpresita desagradable) para el futuro lector.

"Hay alguien más en la habitación conmigo. Es Spud, creo. Es difícil decirlo en la oscuridad.
«Spud...Spud.»
No dice nada.
«De verdad que hace un frío de los cojones, tío.»
Spud si en realidad es él el capullo sigue sin decir nada. Podría estar muerto, pero probablemente no, porque creo que tiene los ojos abiertos. Pero eso no significa una puta mierda."

La novela está narrada con múltiples juegos de palabras y modismos tremendamente escoceses. La voz narrativa varia en cada capítulo: en un capítulo puede narrar Spud, así como en el siguiente narrar Begbie, variando las perspectivas y los acontecimientos que le suceden a cada personaje. Nunca se menciona quien está narrando, pero, dependiendo de los modismos y las expresiones utilizadas, uno como lector se da cuenta qué personaje tiene la voz en ese momento. A veces el narrador es omnisciente, prácticamente siendo el narrador Welsh.
Como ya os mencioné, Trainspotting tiene su secuela llamada Porno (2002), la cual no le es fiel como secuela al libro, sino, como secuela a la película. En Porno hacen aparición diversos personajes de Cola (2001), otra novela del mundo de Welsh. Y luego, en 2012 Irvine escribió una precuela llamada Skagboys, donde se narra la vida de Renton, Sick Boy, Begbie y Spud antes de las adicciones.
Personajes que viven en la miseria por su carencia de ilusiones, poseedores de una visión de la vida como algo aburrido y rutinario, quienes prefieren morir y tener tendencias autodestructivas porque saben que la vida no mejorará para ellos ni para nadie.
Esta novela es un puñetazo al estómago. Pero un puñetazo que se agradece. Es que, tío, este libro se merece que rompa la "seriedad artística" en mi blog y ponga un gif de Begbie. ¡De las mejores lecturas del año, ostras!



Ambas citas sacadas de "Trainspotting" de Irvine Welsh, traducción de Federico Corriente, Editorial Anagrama, edición mexicana en Compactos, 2013.

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