lunes, 10 de abril de 2017

Alekséi Ivánovich visita Roulettenbourg.

Jusepe de Ribera

«Si no le molesta. general —proseguí—, me permitiré referir algo más conmovedor todavía. Recuerdo que mi difunto padre, también bajo los tilos, delante de la casa, nos leía todas las tardes, a mi madre y a mí, libros de ese género... Puedo, pues, juzgar bien de todo esto. Bueno, aquí todas las familias se encuentran bajo la esclavitud y la sumisión más completa del Vater. Todos trabajan como bueyes y acumulan dinero como judíos. El Vater, supongamos, ha reunido ya tantos florines y espera ceder al primogénito su taller o su parcela de tierra. A este objeto, no dan a la hija dote alguna, y ésta se queda para vestir imágenes. Con idénticas miras venden al hijo menor como criado o como soldado, y este dinero lo incorporan al capital familiar. Se hace así, pueden creerme; he procurado informarme. Y todo esto lo hacen movidos por la honradez, por un extremado espíritu de honradez, hasta el punto que el hijo menor, que fue vendido, está convencido de que lo vendieron movidos por la honradez; y esto es ideal: la propia víctima se alegra de que la ofrezcan en holocausto...»

Fiódor Dostoyevski, "El Jugador"

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