El Bronzino
Este cuentito de Nabokov (por así llamarle), me lo leí en dos días... y eso porque no le dediqué mucho tiempo el primer día. Me lo hubiese leído en una hora o dos.
Me fue imposible hallar este libro en formato físico, por lo cual lo leí en PDF, y aquí os lo dejo.
"Así vivirían años y años, riendo,
leyendo, maravillándose ante las
doradas luciérnagas, conversando
acerca del florido cerco que sería la
prisión del mundo, y él le contaría
cuentos, y ella, su pequeña Cordelia, le
escucharía, y el mar jadearía no muy
lejos bajo la luna… Y de forma
extraordinariamente lenta, al principio
con toda la sensibilidad de sus labios, y
más adelante con todo su fervor, con
todo su peso, más al fondo, sólo así —
por primera vez— hasta lo más
recóndito de tu inflamado corazón, así,
abriéndome paso a la fuerza, así,
sumergiéndome hasta el final, entre los
casi derretidos bordes…"
Ésta pequeña obra de la narrativa rusa inicia con el hechicero excusándose sobre su notoria enfermedad: la pedofilia. Cuenta chispazos que ha sufrido, momentos de desgracia, cuando se ve alrededor de niñas, de colegialas, de aquellas criaturitas tan fascinantes y diabólicas llamadas nínfulas. También habla con desdén sobre aquellas niñas no bonitas, no ninfetas: "Incluso dentro de estas limitaciones, mi proceder está regido por una refinada selectividad; no me atrae la primera colegiala que pasa por mi lado, todo lo contrario —cuán numerosas son las que podemos ver, en cualquier gris calle mañanera, que nos parecen demasiado fornidas, o flacuchas, o que llevan un collar de granos, o gafas—, pues todas las de esos tipos me interesan tan poco, en sentido amoroso, como una vieja conocida de tipo obeso podría interesar a otros.", tratando de marcar una línea entre éstas dos clases de jovencitas. Y así, nuestro pervertido, entre otros pensamientos, va introduciéndonos a su vida, a sus delirios y a sus anhelos, para después pasar la narración de primera persona a tercera persona (ya sabéis, Nabokov y sus cambios de narrador). El hechicero, de cuarenta años, se sentó en la banca de un parque, banca que también cargaba el peso de una anciana morena y de una mujer de cabellos rubios y lacios; el se encontraba en medio de ellas. La mujer rubia se concentrada en su labor de calceta. El hechicero les dirige la palabra después de haber notado un níquel en la gravilla, a lo que la mujer le responde que se lo guarde. Y en ese momento se alza el telón. Hace aparición una pequeñilla de doce años, de cabello cobrizo, de grandes incisivos, tez cálida, labios rosados, vestida en color violeta y machacando la gravilla con sus patines. La pequeña pelirroja se acerca a ellos, la mujer le da un pan con chocolate, para luego la niña salir corriendo a jugar de nuevo sólo se había terminado el pan. Resultó no ser hija de ninguna de las dos señoras, más la mujer de la calceta estaba a cargo de ella. Y así, nuestro hechicero comenzó a sentarse, en los días posteriores, en el mismo sitio, para entablar vagas conversaciones con la mujer de la calceta y mantenerse cerca de la niña. A la hora de siempre, en el lugar de siempre. Y coincidían.
La mujer, al ser típica persona parlanchina, le contó sobre la vida familiar de la niña: padre difunto, madre de cuarenta y dos años, gravemente enferma, con la muerte tocándole la puerta. Entre niña y madre había escasa relación. El hechicero logra meterse a la vida de ésta familia, con el pretexto de querer comprarle muebles a la madre enferma de la niña.
Como os imaginaréis, este libro, al ser el antecesor de Lolita, cuenta con una premisa similar a esta obra cumbre de Nabokov, éste siendo un simple borrador -por así llamarle-, un boceto de Humbert Humbert y las Haze.
El hechicero, un señor cuarentón centroeuropeo, de quien su nombre no se lee en el texto, al igual que el resto de los personajes, fue bautizado por el mismo Nabokov, posteriormente, en la primera nota de autor del libro como Arthur. Lamentablemente la pequeña nínfula francesa quedó anónima, así como su pobre madre.
"No obstante, debido
precisamente a que en el curso de los
primeros dos o tres años la cautiva
permanecería ignorante del
temporalmente nocivo nexo existente
entre el títere con el que jugarían sus
manos y los jadeos del titiritero, entre la
ciruela con la que jugaría su boca y el
éxtasis del lejano ciruelo, tendría que
ser especialmente cauto, no permitirle
que saliera nunca sola, cambiar
frecuentemente de domicilio (lo ideal
sería un chaletito rodeado de un jardín
ciego), vigilar que no trabara amistad
con otros niños ni tuviera ocasión de
ponerse a charlar con la verdulera o la
asistenta, pues no habría modo de saber
qué impúdico elfo podría escapar de los
labios de la hechizada inocencia, ni qué
monstruo podría llevarse consigo el
oído de algún desconocido para
someterlo luego al análisis y la
discusión de los sabios. Aunque, ¿acaso
se le podría hacer algún reproche al
hechicero?"
Un fragmento escrito por Ana V. Clavel de su libro Territorio Lolita:
«[...] La idea resultó tan poderosa —Nabokov habla de un "latido" que vibró en él a lo largo del tiempo—- que llevó al autor a un primer intento en el que ya se encuentra presente el triángulo de Lolita (adulto, madre de la menor, muchacha) con algunas variantes. La historia de treinta páginas se desarrollaba en París y Florencia. Arthur (un hombre mayor de Europa central) se casa también con la madre enferma de una prepúber de quien está enamorado; al morir la madre, viaja con su hijastra a un hotel en el que intenta tocarla dormida. La chica se despierta y al reaccionar con sorpresa y horror, el protagonista sale despavorido y es atropellado por un camión. Se trata de El Hechicero, relato que Nabokov escribió en la segunda mitad de los años treinta y que sólo se publicó después de su muerte. Según el propio autor, fue originalmente escrito en ruso, tal y como lo menciona en el epílogo "Sobre un libro llamado Lolita", pero ahí afirma que destruyó el original en 1942, después de trasladarse a los Estados Unidos, pues no le convencía.»Muchas gracias por leer este post, quien quiera que lo lea. Éste post va a mi amor e idolatría hacía Nabokov, sus magos y ninfas.
Fuentes:
Clavel, Ana V., 2017, Territorio Lolita, Cuidad de México, Editorial Alfaguara, Penguin Random House Grupo Editorial.
Ambas citas sacadas de "El hechicero" de Vladimir Nabokov, traducción de Enrique Murillo, Editorial Anagrama, 2006.

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